Ya no queda mucha gente en el complejo de Ojo de Agua. Del plantel superior, apenas si todavía rondan por el predio Fabio Álvarez, David Barbona y algunos colaboradores del cuerpo médico. Ellos, parece, apagarán la luz y le bajarán la persiana a la jornada, la penúltima antes de enfrentarse con River, mañana, a las 20.15, en 25 de Mayo y Chile.
Mientras tanto, en las afueras del “José Salmoiraghi”, un puñado de periodistas se abarrota a la espera de Pablo Lavallén, protagonista de la historia del día. Y era (y es) porque la idea básicamente, apuntaba a conocer esa revolución interna de un entrenador que se crió como futbolista en River y que ahora debe enfrentarlo y vencerlo, sabiendo que Boca, el archirrival de los de Núñez, podría salir beneficiado de esa ecuación. Profesional como debe ser, Lavallén anula sentimientos y ratifica su deseo: ganarle al “Millonario” de Marcelo Gallardo.
Hay más, y de lo feo. El técnico de Atlético revela una realidad que asusta, que describe lo que es hoy el fervor por el fútbol traducido en realidad a una fatalidad. Lavallén habla de la incentivación. “Se hizo común hablar de eso y ensuciar gente. Estamos acostumbrados”, lo dice como hombre del paño que es. Como hombre del fútbol.
Y como si se tratase de una extensión del tomo II de su análisis, llega lo peor. Lo que nadie quiere escuchar. “Lamentablemente vivimos en una sociedad enferma. A mí me han llegado a mandar mensajes diciéndome que saben dónde vive mi familia, o a qué escuela van mis hijos. Lógicamente, como acto de cobardía me dicen eso (para amedrentarlo). Después borran los mensajes. Lamentablemente, las redes sociales tienen eso”, deja perplejos a quienes lo escuchan en vivo el DT de Atlético. Esto es serio. Lo han amenazado por Twitter.
“Ha pasado eso en estos días, como atribuyendo de que nosotros vamos a darle una mano a Boca”, agrega. O sea, querer ganarle a River mañana es un pecado mortal. “Esto es parte de la locura que tiene la sociedad en la cual vivimos. Y nosotros sabemos lo que tenemos que hacer. Somos trabajadores y tenemos que defender los colores del club que nos da la posibilidad de trabajar. Intentaremos hacer un gran partido, aunque seguramente a su alrededor habrá mucha estupidez dando vueltas”.
Lavallén es claro y honesto. Pase lo que pase mañana por la noche, como se trata de un duelo definitorio, Atlético quedará en el ojo de la tormenta. Para bien o para mal. Injustamente.
Lavallén entiende este juego macabro de amenazas, por eso no avanzó en hacer una denuncia. “No la hice porque los mensajes son totalmente anónimos. Nadie da nombre ni apellido. Solo es una cuestión de amenazar desde un lugar donde nadie pueda encontrar al otro. Conozco como es el medio y tampoco quiero ensuciar a nadie. Son dos o tres tontos lo que hacen esto”, reduce el margen de locura que rodea al fútbol argentino el entrenador “Decano”, aunque menciona: “es muy triste todo eso. Por cosas así, los mejores entrenadores y jugadores de Argentina se van. Por esta locura de la sociedad que muchas veces hace que algo tan simple como un partido de fútbol sea algo de vida o muerte. Y lamentablemente, siempre hay algún tonto que está un poco desequilibrado y toma algo en sus manos y hace una locura”, indica con mesura que le falta a otros.